escritor Mauricio Ocampo C.

Mauricio Ocampo Campos es uno de los escritores que más admiro, debido a su nivel de profundidad, los temas sociales que aborda, su capacidad crítica y fundamentada, su estilo directo, etcétera. 

A menudo mis escritores favoritos son filósofos y la mayoría están muertos. Por ello, me sé afortunado de, no solo conocer en persona al profesor y sociólogo Mauricio (quien además en sus ratos libros es músico punk, amante de la lucha libre, y sobre todo le conocemos como escritor y poeta), sino de, además, tener una peculiar amistad con él, y haber colaborado ambos en algunos mismos proyectos, así como haber publicado un minilibro en coautoría, titulado Posmoderna oquedad

A veces me parece curioso y exquisito como algunas personas nos magnetizamos, a pesar, incluso, de tener enormes diferencias. Tengo amigos muy optimistas que no soporto, pero que no podría permitir que les hagan daño y los quiero. Tengo amigos que están bien mal de la cabeza y tengo a Mauricio Ocampo, que no sé bien cómo clasificar. Somos, de hecho, muy diferentes. 

Pero me ahorraré, quizás para otro artículo, contar las diferencias (aunque de todos modos no las entiendo bien y en todo caso, supongo, hasta son complementarias). Él está más aterrizado en el materialismo histórico, me parece, y yo solo vengo escapando, sin dejar de hacerlo, de un vigía paranoico que se volvió asesino en serie. Sin duda, es más útil leerlo a él. También por eso siento bonito que me haya escrito una breve reseña de mi libro Defecto

Comparto sus palabras:


«Defecto», de mi yo Mared Guerra, en palabras de Mauricio Ocampo C.

Defecto, de Alí Benítez o, Mared Guerra, que es lo mismo decir, es una ráfaga de dialéctica del sentir, nos presenta de manera constante, una moneda tirada al aire, con sus dos caras que nuca caen, porque de hacerlo, aniquilarían a su contraparte.  

En el caso de las letras de Benítez, sucede eso, la moneda se suspende en el aire dejando que el lector decida la cara que ha de caer; a partir de una visión objetiva, crítica y veraz, Mared presenta a Benítez y Benítez a Mared. Ambos se niegan y complementan, siendo cada uno el alter ego del otro. 

Por eso, este libro con sus altas y bajas, navega en una búsqueda existencial que en ocasiones se estampa con Dios o la nada, haciendo uso de la disonancia cognitiva mediante la inconsistencia poética, que no letrística ni profunda, porque, si algo caracteriza las letras filosas del autor, es su exploración en los abismos del inconsciente y su honesto grito de desesperación y angustia por una vida contemporánea carente de sentido, frívola y frágil, aunque siempre y en cada letra, conciliará lo dicho anteriormente con recursos literarios propios de la poesía, pero en verso libre, es decir, a pesar de todo, la estética será necesaria incluso para barrer el lastre de lo mundano.

Mared no es complaciente, al leerlo, emula al lector con Alex DeLarge, de La Naranja Mecánica, cuando es obligado, en una terapia, a abrir los ojos contra su voluntad, sólo que las imágenes que el autor nos presenta, son un espejo citadino de la condición posmoderna; lo efímero, lo desechable, lo inconsistente, lo inexplorable por muchos, porque, aquí todo se vende causando Una oscura sensación, menos la verdad, todo se vende y se desecha, incluso estas letras, aunque es necesario advertir, que, quien se disponga a mirar de manera crítica el trabajo citado, será inexorablemente llevado a un cuestionamiento axiológico y moral. 

Lo cierto es que los llevará a afirmar: Dios es demasiada soledad, causando un Efecto colisión y una cruda existencial, arrebatándoles por momentos el Oxígeno. Advertido estás, lector, no vaya a ser que Mared ponga el Espejo frente a ti, y entonces llegue El llanto.

Mauricio Ocampo C. 

foto tomada por Juan Rosales
Crédito foto: Juan Rosales













Muchas gracias, Mauricio. 




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