Si hay poetas que de repente no soporto son los que se pasan de cursis de veras, los irreales, los fanteseosos pero de un modo nefastín. Tengo que reconocer que Jorge Yam es de los poetas a los que sí leería en un rato demasiado libre.
Como persona, equis. Ni me va ni me viene. Me tomo un café con él si se da la ocasión y hasta nos hemos alcoholizado juntos, pero nunca revueltos. Semos muy distintos. Pero si algo tengo yo es que soy más humilde que él y hasta puedo reconocer cuando él es genial, por ejemplo cuando escribe poesía.
Su estilo no es mi favorito, claro está. Pero hay uno que otro libro y sobre todo, uno que otro poema que uno dice híjole qué crack es este man. Eso pasa justamente con su libro Paraíso artificial, en donde el vato loco forever se va con tocho morocho, poéticamente hablando, contra la mentira de que Cancún sea un paraíso.
Qué paraíso ni que nada
Los que habitamos Cancún sabemos que su pequeño porcentaje de belleza se la da la naturaleza y no la infraestructura, y que los hoteles de la zona hotelera pues sí se ven elegantes y toda la cosa, pero pues nomás cumplen su función de empresas al servicio de los extranjeros adinerados. También sabemos de la explotación laboral a la que están sometidos los empleados de esa zona representativa de los extremos entre el privilegio y el ya qué, tengo que sobrevivir de algo.
Bueno, pues este libro de Jorge Yam que te estoy contando, incluso desde la portada ya te muestra "lo contrario" al Cancún comercial que supuestamente es Cancún, ese Cancún minúsculo. Entrecomillo "lo contrario" porque Cancún podría ser comercial gracias a su fealdad sin gracia si poetas como Yam escupieran letras más seguido al respecto. Y bueno, también entrecomillo "lo contrario" porque al fin y al cabo, Yam optó (nada tonto este buen hombre) por de todos modos usar una imagen de la playa, el hermoso cielo y los hoteles, solo que la imagen está de cabeza.
Uno diría, tal vez en tono sarcástico, "wow, qué original, poner una foto de cabeza...", pero la verdad hay que reconocer que para este libro sí que se justifica una imagen así, ya que, como se dice coloquialmente, Yam le da vuelta a la tortilla del concepto del Cancún ese.
Las víctimas recorren los mangles de las avenidas, se enlodan de indiferencia y muerte. [...] El paraíso es así: sobrevivir a la sombra de un disparo. [Fragmento del poema Tiroteo]
Buscamos la marea,
en el naufragio de los bolsillos,
en el sargazo,
algunos centavos
que den color al hambre.
[Fragmento del poema Mendigos]
¿Cuál "color esperanza"? Cancún es color pobreza
Es que me acordé de una canción bien linda que se llama "Color esperanza", o bueno, no sé si se llama así, pero así dice una parte de esa canción. Me acordé cuando leí la frase "color pobreza" y me dio mucha risa. Los poetas suelen ser muy graciosos.
Cancún es color pobreza:
de su gente, de sus sueños.
[...]
Cancún se mece
al ritmo desigual
de la pobreza.
[Del poema Color pobreza]
La coincidencia "69"
Me causó gracia una mención que hace este genial poeta, que se ve que sí tiene barrio, cuando menciona a la supermanzana 69. Y es que en dicha supermanzana viví mi infancia y recientemente escribí un texto para un proyecto escénico, donde coincidemente menciono a la supermanzana 69, la cual podría ser, históricamente, una buena candidata para representar la contraparte del Cancún comercial.
Aunque ahora dicha supermanza ya perdió mucho de su encanto surrealista, pues antes podías ver de a cinco borrachos tirados en la banqueta, pandillas grafitieando bodegas y realizando "refuegos" que consistían en apedrearse entre pandillas enemigas, tirarse botellas de vidrio y hasta romper parabrisas. También circulaban drogadictos que hablaban solos y había una señora que defecaba y se desnudaba en plena avenida. Cien por ciento real todo esto, no fake. Lo viví, y leer esa mención que produjo... no sé... nostalgia. Es más, vamos a compartirlo, se llama Segundo trazo:
A brochazos cambiamos
los tonos del instante
de quien espera cliente
en la súper manzana 69,
en el parque de Las Palapas,
en la celda del alma.
De veras, te recomiendo adquirir el poemario Paraíso artificial de Jorge Yam.