Se consiguió un resultado que no solamente es teatral, sino ultraliterario y hasta filosófico; puesto que zigzaguea entre lo absurdo, lo divertido, lo dramático y lo trágico; y ese zigzagueo se queda como una sensación post-obra teatral. Uno no sabe si la obra termina siendo trágica, absurda, divertida o sencillamente reflexiva, o como ya dije, que detona un ejercicio filosófico involuntario, provocado por este desarrollo de la idea: la vida vaga. Y qué importante, por cierto, el artículo "la", pues no se habla solamente de una vida vaga, sino que nuestro exquisito idioma español nos permite pensar en la vida misma siendo vaga, o en la situación de vivir una vida vaga.
La obra ha sido creada en la segunda mitad de este 2022 por los actores-autores Christian Coyoc, cuyo personaje es un ingeniero gay heteronormado; Manuel Hernández, cuyo personaje dinámico es un policía que se cruza directa o indirectamente en todas las historias; Aldrin Luna, quien nos podría hacer ver lo cerca que está el idealismo fingido del fracaso; Diego Ramos, quien hace un abordaje de la vida vaga precisamente en la calle lidiando con una sociedad prejuiciosa; y Drew Vela, quien creó un personaje cuya personalidad vaga desde la infancia con pretensiones de libertad e identidad sexual. Esta obra, por cierto, no es apta para menores de dieciséis años.
Esta obra, de la cual pienso hablar un poco más a fondo próximamente, se presenta en La Carpita Teatro (estreno: 15 de octubre de 2022 y demás presentaciones se consultan en la página web del recinto cultural y en sus redes sociales), a un costo de $120 la entrada y con promoción para estudiantes y adultos de la tercera edad.
Hay que destacar las cualidades de los actores-autores, pues no solo hicieron un trabajo literario estupendo, sino que supieron trabajar en colectivo, sabiendo comunicarse y cediendo ante necesarias modificaciones de sus historias, captando nuevas ideas e incluso implementando elementos insospechados en sus textos. Por eso me ha encantado llamarlos actores-autores, pues en ambos aspectos, el de la actuación y el de la escritura, estuvieron mostrando disposición y disciplina. Lo que les cuento en este breve texto no alcanza ni como asomo a ver todo lo que sucedió y lo que hicieron para llevarlo a cabo.
Por lo anterior, es un verdadero placer haber sido testigo y participante de esta creación colectiva que, gracias a la buena actitud de los ocho implicados, se ha convertido en una de mis obras de teatro favoritas, con un sabor existencial y absurdo hasta la risa y la consternación.