La facilidad con la que algunas personas se autoconsideran poetas suele ser vergonzosa cuando abrimos las páginas de la verdadera poesía, esa que sabe ser prodigiosa y no predecible, que sabe romper la lógica del lenguaje, sin convertirse en incongruencia artificial, que sí logra imágenes en nuestra imaginación. Valga la redundancia, la poesía se logra mediante un lenguaje poético y no ordinario, y para muestra César Vallejo con su poesía. Como ejemplo hablemos de su poema "Los nueve monstruos": 

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido¹!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.



El poema completo es magistral, y llama la atención que el poeta César Vallejo no espera ni un verso y ya impacta, creando en nuestra lectura una cuestión ilógica en el lenguaje cotidiano, pero válida, representativa y congruente en el lenguaje poético. En esas primeras líneas ("el dolor crece en el mundo a cada rato, crece a treinta minutos por segundo") uno comprende cómo el dolor puede avanzar más rápido que el tiempo; ese tipo de sensaciones inexplicables que, mediante el lenguaje poético podemos transferir vía imágenes, como encapsuladas en frases poderosas que son versos. 

El lenguaje poético de César Vallejo puede servir como una referencia para toda aquella persona que persigue dicho lenguaje, pues Vallejo lograba capturar imágenes mediante pocas palabras, cargándolas de mucho significado. En cambio, cuando el lenguaje de un texto es ordinario, no captura en una imagen cosas inexplicables, no transfiere emociones complejas, sino que es descriptivo y poco creativo, y sus "versos", más bien líneas, no tienen fuerza, no impactan, entonces no hablamos de lenguaje poético y por ende, no podemos considerarla de manera justa como poesía

La poesía de César Vallejo funge como una iluminación presente en estos tiempos en el que el adjetivo "poeta" se confunde y se mal emplea para autores con [hiper]sentimentalismo incluso no sincero, o tal vez valioso por su posible genuinidad, pero están muy lejos del lenguaje poético


Leer poema de César Vallejo«Me viene, hay días, una gana ubérrima»